“Y esto pone de manifiesto un hecho extremadamente preocupante que está sucediendo justo ante nuestras narices y al que nadie parece prestarle atención: El hecho de que SABER LA VERDAD YA NO IMPORTA”.
“para iniciar una auténtica Revolución que lo cambie todo y nos lleve a una realidad mejor, deberemos descender hasta las profundidades de nuestra psique, hasta la sala de máquinas, donde están en marcha todos los mecanismos que determinan nuestras acciones y movimientos.”
“nuestros mecanismos de respuesta están averiados.”
He seleccionado tres citas de un largo artículo que lleva el mismo título que esta entrada con el que no puedo menos que estar de acuerdo y al que quiero hacer este comentario que sirva para completarlo según yo lo veo.
Efectivamente la VERDAD ya no importa. La razón es que la filosofía postmoderna relativista y subjetivista la ha desactivado. No puedes predicar que la verdad absoluta no existe y luego esperar que la verdad, una verdad que no sea la tuya propia, te mueva a actuar.
La misma filosofía postmoderna relativista y subjetivista predica que la ética objetiva no existe porque es pura convención social. No puedes ahora esperar que el ver cómo unas personas aplican esa filosofía a su vida sea suficiente motivo para una condena tal que lleve ni a una revolución ni a cambiar el voto siquiera.
La filosofía postmoderna es también fuertemente egoísta, egocéntrica y hedonista, invita a disfrutar el momento, a poner el acento en tus propias necesidades y gustos, a evitar siempre el dolor. No puedes ahora esperar que nadie sufra y se sacrifique por nada hipotético a largo plazo y menos si quien lo va a disfrutar son los demás.
La filosofía postmoderna no concibe ningún valor superior al de la propia vida. ¿Cómo vas a esperar que nadie la sacrifique por una revolución que no le va a reportar nada?
La filosofía postmoderna es incompatible con el matrimonio pero sobre todo con la paternidad (maternidad incluida). De hecho nuestra juventud ya no tienen hijos. Por los hijos sí están los padres dispuestos a dar la vida, es algo instintivo. Pero no teniendo hijos ¿para quién hacer la revolución? (suponiendo que la revolución fuera necesaria).
La filosofía dominante descarta la trascendencia. Si no hay ni cielo ni infierno, lo único que puede frenarme es la posibilidad de que me descubran. No hay revolución porque la gente en su fuero interno piensa que en las mismas circunstancias también se habría aprovechado.
No puedes esperar una revolución cuando, independientemente de lo que hagan los demás, tú vives objetivamente bien, sea de tu trabajo, de tus pensiones o subvenciones, de la solidaridad o de la caridad, pero todos los días comes, fumas, bebes, tienes un techo y un móvil.
No me convence del todo el que nuestros mecanismos de respuesta estén averiados por saturación de información. La juventud actual sí está expuesta a muchos estímulos pero no a muchos conocimientos. Es la filosofía reinante la que les tiene sometidos, no el conocimiento que podría liberarles.
Efectivamente la VERDAD ya no importa. La razón es que la filosofía postmoderna relativista y subjetivista la ha desactivado. No puedes predicar que la verdad absoluta no existe y luego esperar que la verdad, una verdad que no sea la tuya propia, te mueva a actuar.
La misma filosofía postmoderna relativista y subjetivista predica que la ética objetiva no existe porque es pura convención social. No puedes ahora esperar que el ver cómo unas personas aplican esa filosofía a su vida sea suficiente motivo para una condena tal que lleve ni a una revolución ni a cambiar el voto siquiera.
La filosofía postmoderna es también fuertemente egoísta, egocéntrica y hedonista, invita a disfrutar el momento, a poner el acento en tus propias necesidades y gustos, a evitar siempre el dolor. No puedes ahora esperar que nadie sufra y se sacrifique por nada hipotético a largo plazo y menos si quien lo va a disfrutar son los demás.
La filosofía postmoderna no concibe ningún valor superior al de la propia vida. ¿Cómo vas a esperar que nadie la sacrifique por una revolución que no le va a reportar nada?
La filosofía postmoderna es incompatible con el matrimonio pero sobre todo con la paternidad (maternidad incluida). De hecho nuestra juventud ya no tienen hijos. Por los hijos sí están los padres dispuestos a dar la vida, es algo instintivo. Pero no teniendo hijos ¿para quién hacer la revolución? (suponiendo que la revolución fuera necesaria).
La filosofía dominante descarta la trascendencia. Si no hay ni cielo ni infierno, lo único que puede frenarme es la posibilidad de que me descubran. No hay revolución porque la gente en su fuero interno piensa que en las mismas circunstancias también se habría aprovechado.
No puedes esperar una revolución cuando, independientemente de lo que hagan los demás, tú vives objetivamente bien, sea de tu trabajo, de tus pensiones o subvenciones, de la solidaridad o de la caridad, pero todos los días comes, fumas, bebes, tienes un techo y un móvil.
No me convence del todo el que nuestros mecanismos de respuesta estén averiados por saturación de información. La juventud actual sí está expuesta a muchos estímulos pero no a muchos conocimientos. Es la filosofía reinante la que les tiene sometidos, no el conocimiento que podría liberarles.
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