lunes, 20 de noviembre de 2017

Nieve. Orhan Pamuk

"No solo constituye una fascinante proeza narrativa, es una lectura esencial para entender el mundo de hoy." Margaret Atwood, The New York Times Book Review
Es una novela, es ficción, es el mejor modo de entrar dentro e incluso involucrarte en una realidad tan compleja como la de Turquía o cualquiera de las sociedades de cultura musulmana.

El protagonista, Ka, es un poeta exiliado en Alemania por motivos políticos desde hace 12 años. Vuelve a Estambul para el entierro de su madre y desde allí vuelve a Kars, su pequeña ciudad en el extremo nororiental de Turquía. Va como periodista con la tarea de hacer unos reportajes a propósito de una ola de suicidios de chicas jóvenes y por las inminentes elecciones municipales. En realidad quiere encontrarse con una mujer de la que piensa enamorarse y llevar con él a Alemania.
"Y que sepas que los que se conforman solo con ser felices nunca lo son". (Pág. 424)
Casi toda la novela discurre en los solo tres días que permanece en Kars aislado por la nieve.

A mitad de la novela, el narrador, que resulta ser novelista y un viejo amigo de Ka y cuyo nombre es Orhan, nos desvela el final, pero no por eso decae la tensión sino todo lo contrario. La tensión es máxima hasta la última linea. 

Hay varias trágicas historias de amor interrelacionadas, hay misterio policíaco, poesía, muchos personajes cada uno con su propia historia bien dibujada... Y sobre todo ello está omnipresente, como la nieve que bloquea las salidas del pueblo, un tema: el islamismo y su relación con los valores y cultura occidentales.

La novela muestra el despertar de la religiosidad en personas decepcionadas tras haber militado por un tiempo en posiciones políticas ateas. El post-comunismo es religioso; así como hemos visto la recuperación del cristianismo en los países que lo persiguieron, de la misma manera en los de tradición musulmana la recuperación de la religiosidad es recuperación del islam.

En tiempos yo era atea, como tú, no me mires así, me da la impresión de que te doy pena. (Pág. 140)
Los integristas han empezado a liquidarnos uno a uno. Haría bien en creer más en Dios lo antes posible si quiere salvar la vida. Porque me temo que dentro de nada en Kars no será suficiente una religiosidad tibia para salvar el cuello de un viejo ateo. (Pág. 160)
En este país muchos poetas de izquierda han cambiado de bando con el pánico de "madre mía, mejor me hago islamista antes de que lleguen al poder". (Pág. 246)
No creo que ahora puedas quedarte contemplando, como si fueras un simple espectador, cómo todo ese mundo se desploma, que obligan a tus hermanas a que se cubran la cabeza, que prohíben tu poesía porque no se adecua a los preceptos religiosos, como ocurre en Irán. (Pág. 246)
Los intelectuales como tú me ponen enfermo porque no tienen ni idea de lo que quieren. Mucho hablar de democracia y luego colaboráis con los integristas. Mucho hablar de derechos humanos y chalaneáis con los asesinos terroristas... Que si Europa, y le hacéis la pelota a los islamistas enemigos de Occidente... Que si feminismo, y apoyáis a los que les tapan la cabeza a sus mujeres. (Pág. 430)

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