martes, 3 de febrero de 2015

Campaña contra el Hambre - Manos Unidas

El viernes será el día del Ayuno Voluntario
Los pobres y hambrientos en el mundo nos avergüenzan a todos, son una realidad inquietante de la que no podemos prescindir. Según la FAO 1.000 millones de humanos pasan hambre.

En varios momentos a lo largo del año damos una limosna a un pobre, una aportación a una campaña o a una ONG, marcamos la casilla en la declaración de la renta para que se destine un pequeño porcentaje a atender a los necesitados, hacemos el día del "Ayuno Voluntario Contra el Hambre", vemos un documental, comentamos la responsabilidad que tienen los políticos o las multinacionales y les echamos la culpa... 

Esto es lo normal y más frecuente. Pero hay unos pocos que se comprometen más y llegan a consagrar su vida al servicio de los pobres en quienes ven a Jesús, al Hijo de Dios hecho hombre; "lo que hicisteis a uno de estos, a mí me lo hicisteis", "tuve hambre y me diste de comer". Son los misioneros, más que héroes. 

Ciertamente no podemos ir todos a Haití, (por poner un ejemplo); no cabríamos allí, si se me permite la broma, y empeoraríamos el problema. Pero conformarnos tampoco es eficaz y los gestos normales mencionados más arriba apenas logran apaciguar nuestra conciencia.

Voy a exponer una medida que está al alcance de todos, aunque no es muy fácil de aplicar y tampoco va a ser bien recibida por quienes no quieren sentirse responsables ni culpables de nada. Lo siento.

Sabemos que se producen en el mundo alimentos más que suficientes para alimentar a todos pero que están mal distribuidos. Es verdad. Tenemos que tomar conciencia de que su redistribución está en gran parte en nuestras manos. Sí, porque a través de nuestras manos la mitad de los alimentos terminan en la basura. 

Tristam Stuart
DESPILFARRO
El escándalo global de la comida.
Alianza Editorial, 2011
462 páginas
¿Cómo ocurre tal cosa?

1. Compramos más alimentos de los que vamos a consumir. Se estropean en la despensa o en el frigorífico y se van desde ahí a la basura. Con frecuencia ni siquiera se han llegado a estropear, simplemente tienen un color o un aspecto que ya no es el de recién comprados aunque estén en perfecto estado para ser consumidos.

2. Preparamos más comida de la que vamos a consumir. Algunos la tiran directamente desde la cazuela, otros la meten en el frigorífico para tirarla al día siguiente o unos días después.

3. Nos servimos en el plato más de lo que vamos a comer. Lo que queda en el plato se va a la basura.

4. Comemos más de lo que nuestro cuerpo puede digerir y metabolizar sanamente.

5. A este modo excesivo y despilfarrador de consumir añadimos más consumo de más alimentos de los que supuestamente "adelgazan".

La consecuencia de este modo de actuar es que haya hermanos nuestros que pasen necesidad, que pasen hambre, que enfermen por desnutrición y hasta que mueran de inanición.

¿Qué podemos hacer?

1. Comprar solo lo que vamos a cocinar.
2. Cocinar solo lo que vamos a consumir.
3. Servirnos solo lo que vamos a comer.
4. Comer todo lo que nos servimos.
5. No comer más de lo que podemos digerir y metabolizar sanamente.
6. Mejor aún: no comer más de lo que realmente necesitamos.
7. Asumir de una vez que para adelgazar no hay que buscar qué comer, sino qué dejar de comer.
8. Sabemos que ingentes cantidades de tierras y alimentos en los países pobres se dedican a alimentar el ganado que se comerá en los países ricos. Si quieres comprometerte más, hazte vegano.

Con estas reglas mejorará nuestra salud, mejorará nuestra economía y se liberarán alimentos para que lleguen a estar a disposición de todos. No olvidemos que vivimos en una aldea global, mercado global, economía global...

Y, lo que también es importante: no estaremos insultando a los pobres en su propia cara; no olvides que te están viendo. "Nada hay oculto que no llegue a saberse". (Mt 10, 26)

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