Quien no conoce abuela no conoce cosa buena.
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Abuelita |
Para todos sus nietos, ella era "abuelita".
Sí, en mi pueblo, entonces, cuando la lengua leonesa era lo normal aunque los maestros en la escuela se esforzaban por corregirnos el habla, el diminutivo se hacía en -in -ina, pero a mi abuela la llamábamos "abuelita". Sin duda que tiene una explicación desde la lingüística o desde la sociolingüística. No importa ahora, hoy solo expongo el hecho.
A mi abuela le encantaban los niños, decía que en todas las casas debía haber siempre algún niño. Pero cuando nos juntábamos muchos primos y hacíamos trastadas, se enfadaba un poco y decía "¡ay castrones!".
Tuve la suerte de ser el nieto que más cerca vivía de su casa y por eso pasé mucho tiempo con ella. Nos queríamos mucho.

Sus ancestros provienen de Oteruelo (León), Rioseco de Tapia (León) y San Andrés de Tacones (Asturias).
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Su hermano menor
volvió a llamarse Eduardo
como el que murió 15 años antes
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No tenía sentido del olfato. No sé si lo perdió o nunca lo tuvo, pero ella se arreglaba bien con ello y disimulaba si hacía falta. Le llevábamos unas rosas recién cortadas del rosal y ella las recibía contenta, hacía como que las olía y sonreía agradecida. "Qué bien huelen", decía.
Nos contaba cuentos, historias y adivinanzas. "Largo largo como una soga, tiene unos dientes como una loba, ¿qué es?"
Le gustaban las flores. Fue ella la que me aficionó durante muchos años a cuidar las plantas allí donde estuviera.
Conocía las hierbas que hacía falta tener siempre en casa y las recogía por el campo: manzanilla, orégano, tomillo, té, hipérico... Si te encontrabas mal ella te daba una taza de té, o una cucharada de miel, o lo que fuera que te curase.
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Las tres hermanas |

Cocinaba de tal manera que son suyos los mejores platos que recuerdo en cuanto a ensaladas, sopas de ajo, guisos de patatas con arroz, cocidos... y postres y dulces como arroz con leche, flan, manzanas asadas, magdalenas y las pastas que ahora hay que apellidar siempre como tradicionales para distinguirlas, pero que entonces eras simplemente pastas o, mejor dicho, bollos.
El otro día tuve que rendirme a la tentación y a la añoranza y las hice yo. Me salieron muy bien, riquísimas como entonces.
Era muy buena, tenía mucha fe y no se permitía perder misa ni rosario. Entre ella y mi madre me enseñaron a hacer la señal de la cruz y las primeras oraciones con las que yo me dirigí a Dios.
Era muy buena, tenía mucha fe y no se permitía perder misa ni rosario. Entre ella y mi madre me enseñaron a hacer la señal de la cruz y las primeras oraciones con las que yo me dirigí a Dios.
Precioso tributo. Me ha encantado conocer a tu Abuelita Matilde.
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