lunes, 4 de febrero de 2013

Política y Escándalo Público

Los indignados tenemos razón. La cuestión es: ¿cómo vamos a sanear esto?
Los políticos tienen muy mala fama. Muchos se la merecen por su falta de ética. Esperemos que el peso de la ley les rompa la crisma. A otros se les atribuye lo peor porque el partido contrario les calumnia todo lo que puede (calumnia que algo queda) como si ese fuera el papel específico de la oposición, y el pueblo se lo cree (¡cuando el río suena...!).

Con este panorama ¿quién se va a meter en política? O no sabes dónde te metes, o tienes vocación de mártir o esperas sacar tajada. Los mejores, aquellos que mejor podrían servir al pueblo desde el campo de la política, no están disponibles.
Yo estuve 8 años en política en una ciudad pequeñina. Cuatro en la oposición y cuatro en el gobierno. No hay tarea más ingrata. Ya cumplí. Ahora les toca a otros. En este blog "A Cualquier Cosa Llamamos Chisme" podéis ver el Código Ético en que basé la campaña y la actuación de cada día desde la institución. No tuvimos mucho éxito.
El problema de este sistema no está solo en los partidos y en los políticos, está también en los votantes que, si el político es "de los suyos", se lo perdonan todo. Pero si es "de los otros", todo lo que haga estará mal. Hay quien dice: "tenemos lo que nos merecemos". No estoy seguro de que sea cierto, de lo que sí estoy seguro es de que "tenemos lo que votamos".

Las elecciones son siempre como un referéndum respecto a qué tribu perteneces. ¿Cuántos votantes cambian el sentido de su voto? ¿Cuántos después de votar a un partido y quedar decepcionados, votan al contrario? Poquísimos. Lo más que puede ocurrir es que algunos no vayan a votar. Es decir, las campañas electorales sirven para movilizar a tus votantes. La campaña busca que los tuyos no se queden en casa sino que vayan a votar. Conseguir que te voten los del otro partido... eso es una quimera.

Los indignados tenemos razón. 

El saneamiento del sistema pasa por las listas abiertas y empezar a considerar la "disciplina de partido" como lo que es: una aberración democrática. Cada elegido debería responder a sus electores, no al aparato del partido que le puso en la lista en posición de obtener escaño.

Los candidatos deberían tener que demostrar poseer la preparación idónea requerida para el puesto al que optan. Como cualquier funcionario pues, en definitiva, un político es un funcionario público por un tiempo determinado.

2 comentarios:


  1. Hoy para mí ningún partido merece confianza alguna. Quizás algunos políticos que se cuentan con los dedos de una mano. Un saludo.

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    1. Me pasa lo mismo que a ti. Y lo cierto es que no es bueno que los políticos se hayan degradado tanto en su conjunto porque cumplen una función imprescindible. ¿Quién la va a hacer si no hay nadie a quien confiársela?

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