jueves, 2 de enero de 2014

Me declaro cavernario

¡Las vueltas que da la vida! Sin necesidad de repetirse la historia, hay veces que los mismos temas vuelven a ser igualmente actuales.
Los mismos argumentos y contra-argumentos que se expusieron cuando se creó la ley del aborto se repitieron en su reforma y vuelven a presentarse ahora que se vuelve a reformar.
Recupero aquí un par de escritos que había publicado en su día en la prensa leonesa.
Miguel Ángel: La Creación de Adán

El aborto, en conciencia 

Ahora que la cuestión del aborto vuelve a estar en el candelero y a encender pasiones, quiero compartir unas reflexiones que me hice hace unos meses, en el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de la ONU.
De entrada, hay que reconocer que el tema del aborto es complejo y polifacético, pues implica aspectos políticos, legales, penales, económicos, sanitarios, psicológicos, pedagógicos, éticos, religiosos, etc. Es un asunto muy delicado cuya justa comprensión exige el ser abordado desde todas las perspectivas. Mi pretensión en estas líneas no pasa de esbozar un acercamiento filosófico.
A mi parecer, lo más transcendente de la Declaración no es el hecho en sí de su proclamación, el 10 de diciembre de 1948, sino el que los Derechos Humanos llegasen a su madurez y se hiciesen evidentes en las conciencias de los hombres; si no de todos, sí de los suficientes como para que la Declaración saliera adelante. La idea de los Derechos Humanos, fruto en el que convergen aportaciones provenientes de la filosofía griega, el derecho romano y la ética cristiana, implica la consideración de la persona humana en su dimensión individual. Nuestra cultura, greco-romana y cristiana, contempla a la persona humana como sujeto de dignidad, valores y derechos. Así fue como se alcanzaron algunos de los logros atribuibles a esta civilización: la superación de la poligamia, la abolición de la esclavitud, el progreso de la democracia, el ideal de justicia frente al de venganza, la predilección por los pobres y necesitados, los derechos y libertades individuales, la repulsa de la pena de muerte independientemente del delito cometido…

Estos logros no se consiguieron de una vez, ni todos a un tiempo, sino progresivamente a lo largo de más de dos mil años; como una semilla que ha empezado a dar sus frutos, pero que no ha alcanzado su pleno desarrollo.

En cada época los hombres se sitúan en el mundo y actúan conforme a los paradigmas filosóficos en vigor. El conocido como postmoderno, que actualmente se va imponiendo, encierra una grave contradicción con los fundamentos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamados como intrínsecos a su naturaleza e iguales en todos los miembros de la familia humana. Y es que el postmoderno niega las verdades objetivas, sobre todo las de tipo ético, reduciendo la moral a simple conveniencia hedonista o interesada, y reduce las leyes, incluidas las morales, a pura convención. De modo que, no hay sujetos de derecho si no se les reconoce previamente por ley.

Todo esto tiene su reflejo inevitable en el tema del aborto.

Desde el punto de vista pre-postmoderno, el de la Declaración de los Derechos Humanos, el hombre tenía por naturaleza una dignidad intrínseca que conllevaba unos derechos, el primero de los cuales era el de la vida; podíamos y debíamos ser responsables de otras personas pero nunca éramos sus dueños. Algunos aún mantenemos estos planteamientos.

Sin embargo, para el postmoderno, todo es pura convención; el legislador establece los derechos que tiene cada persona y decide quién es persona. El legislador puede convenir hoy considerar persona al ser humano desde su concepción, o puede considerar mañana que es persona desde el tercer mes de gestación o desde el sexto, o desde el momento del nacimiento o desde que se le inscribe en determinado registro; o puede acordar que para ser inscrito en el registro de personas humanas se tengan que cumplir unos requisitos como estar libre de ciertas deficiencias o cumplir determinadas propiedades genéticas. Y así, como por sorpresa, nos encontramos con que, condicionando el reconocimiento del ser persona al cumplimiento de unas cláusulas arbitrarias previamente convenidas, lo que estamos haciendo es cosificar al ser humano. En este punto ya hemos perdido la base filosófica de todo lo que nos costó tantos siglos alcanzar.

Si así se socava el derecho a la vida, ¿qué puede llegar a pasar con todos los demás?

El cristianismo aporta la perspectiva de una dimensión ética objetiva. Es decir, una moral basada en el presupuesto de que hay un bien y un mal objetivos que el ser humano examina con el uso de su capacidad racional. Consideración ésta que no gusta a la mentalidad postmoderna, tanto por su pereza para el uso de la razón como por su rechazo a la objetividad de la verdad.

La postmodernidad se instala indolente en el subjetivismo y en el relativismo. Pero incluso Einstein, en quien los relativistas morales creen equivocadamente encontrar un aval científico -eso les pasa por no saber física-, lamentaba y sufría por la deriva contracultural que ya en sus años empezó a vislumbrar.

Tal y como se plantea en España, tanto en la actual legislación como en el proyecto que se encuentra en debate, se prescinde del papel y responsabilidad del padre a la hora de decidir un aborto, lo cual me resulta sobrecogedor. Una mujer puede decidir abortar o no. Un médico o una enfermera pueden colaborar para realizar el aborto o pueden objetar en conciencia y no hacerlo, aunque el legislador parece querer menguar su derecho a la objeción de conciencia. Pero el aborto nos incumbe a todos, tanto por nuestro papel como, al menos, testigos de lo que está aconteciendo, como por su financiación por parte del estado del que formamos parte. ¿O pueden los ciudadanos alegar razones de conciencia y no cooperar al aborto con sus impuestos?

Parece correcto y necesario que se intervenga con criterios médicos en los casos en que la vida de la madre, del hijo, o de ambos, está en juego; por ejemplo: en un embarazo ectópico. Pero quiero poder objetar a cubrir con mis impuestos un aborto cuando la madre simplemente preferiría no estar embarazada. Ahora que estamos haciendo la Declaración de la Renta, quiero poder optar entre asignar el porcentaje que corresponda a financiar esos abortos o asignarlo a ayudas a la maternidad. Quiero poder poner esa cruz.

(Diario de León, 3 de junio de 2009, El Faro Astorgano, julio de 2009)


La Individuación Personal (El aborto, en conciencia II)

Mi artículo anterior sobre el aborto fue ocasión para que un amigo me enviara un correo con su comentario. En él, al tiempo que me felicitaba, introducía la duda desde la perspectiva de la ciencia; el periodo constitutivo del ser humano durante el que se produce la individuación personal en función de factores epigenéticos… Evidentemente me estaba planteando las mismas dudas que habrá sembrado la ministra en tantos ciudadanos. Pero si no relajamos nuestro rigor en el pensar, nos daremos cuenta de que tales dudas no son un argumento, sino una coartada. Veamos.

Mi amigo me decía, entre otras cosas:

He leído tu artículo anoche, casualmente tras una conferencia (más comida y museo con el ponente) de un cátedro de Antropología Biológica. (...) No sé del tema en primera persona pero, si te soy sincero, no me es posible adherirme a los grandes principios sin conocer antes muy al detalle la cuestión científica. Saber cuándo podemos hablar de individuación personal en el desarrollo embrionario no es cuestión sólo científica, pero tampoco ideológica (o de principios). Se requieren ambas y no vale todo, ni en contra de la vida, ni a favor. El asunto es muy complejo y yo sé mucho menos que tú del tema. (…)

Urge también aquilatar otras defensas de la vida bombardeada, emigrante, hambrienta, sin escuela..., creo yo. Pero tú haces muy bien en manifestar tu posición sin agredir con ella a nadie.

Y yo me quedé pensando que saber cuándo tenemos la individuación personal de un ser humano es, dicho bajo apariencia científica, como si nos preguntáramos cuándo pone Dios el alma en el hombre. Ya lo vistamos de ciencia o de religión, lo cierto es que sigue siendo un tema filosófico y, con frecuencia, la respuesta de muchos va a estar condicionada por sus opciones e intereses.

Podemos decir que la individuación personal empieza con la fusión de los cromosomas del espermatozoide y del óvulo, con la división número x del huevo, con su implantación en el útero, su primer latido de corazón, el inicio de determinadas ondas cerebrales, el momento en que empieza a chuparse el dedo, a respirar aire, a responder a su nombre o a decirlo. ¿Quién se atreve a poner la raya en uno u otro punto?

Podríamos preguntarnos también, como se ha hecho anteriormente en la historia, si los negros, los indios, las mujeres, los esclavos o los deficientes, tienen o no tienen alma o qué grado de individuación personal han alcanzado. Pero, plantearnos estas cuestiones ¿es progreso?

El concepto de periodo constituyente durante el cual la información genética y epigenética concurren para llegar a formar un ser humano, sujeto de derechos, introduce un tiempo en el que sería lícito el aborto, la experimentación, la manipulación, etc. Pero, ¿por qué ese planteamiento me suena más a político que a científico?

Es cierto que el nicho o ambiente en el que se implante o crezca el cigoto determina ciertos aspectos de lo que llegará a ser como ser humano. Pero eso es verdad durante los primeros 15 días, durante los primeros 3 meses, durante los primeros 6 años y durante el primer siglo. Por esa razón yo escribo ahora en castellano y no en chino. En los genes no estaba ninguno de los dos idiomas.

¿Podemos escudarnos, como la ministra Bibiana Aído, en que un científico (AGAZZI, E., “The Ontological and Ethical Status of the Hu-man Embryo”, Conferencia en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México, 24 de agosto de 2005) clasificara a los seres humanos en vegetales humanos, animales humanos y animales racionales humanos para tratar según a qué humanos como si fueran vegetales, animales o racionales?

Lo trágico es que no hay quien pueda primero responder objetivamente y después sacar las conclusiones respecto al aborto, sino que primero se tiene una posición y en función de ella se busca su justificación con argumentos de la ciencia, la religión, la filosofía…

La historia de la humanidad nos muestra claramente que siempre que se ha querido utilizar a otro ser humano se le ha tenido que concebir como un ser privado de alma, de dignidad humana, de derechos… como una posesión de la que podemos disponer libremente. Antes de someterlo a esclavitud, a objeto de experimentación, a fuente de materia prima… hemos tenido que despojarlo en nuestra mente de su naturaleza humana, de no ser así, nuestra conciencia no nos habría permitido tal atrevimiento. 

Desconocemos lo que llegará a decir la ciencia al respecto pero en cualquier caso se puede mantener y mantengo lo que expuse en mi artículo anterior sobre este tema; la contradicción existente entre la Declaración de Derechos intrínsecos, universales e iguales en todo ser humano y la posibilidad de considerar a un ser humano como sujeto de esos derechos en función de criterios cambiantes en el tiempo y en el espacio fruto de decisiones arbitrarias, aunque se expresen en jerga científica.

Dado mi papel público, hubo gente que me aconsejó no pronunciarme sobre un asunto tan polémico y enfrentado. “Te va a perjudicar”, me decían. Les agradecí su preocupación por mí y les respondí que éste era un tema de conciencia que no admite componendas con mi interés particular. De ahí surgió el título del mismo: El aborto en conciencia.

(El Faro Astorgano, 14 de julio de 2009)

5 comentarios:

  1. Bardzo złożona i trudna sprawa. Są różne sytuacje w życiu, ale generalnie nie jestem za zakazem usuwania ciąży.
    Życzę wspaniałego 2014 roku !
    Un tema muy complejo y difícil. Hay diferentes situaciones en la vida, pero en general no estoy a favor de prohibir el aborto.
    Les deseo un maravilloso 2014!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por comentar. Es cierto que es un tema difícil, es lo que he dicho. Es un asunto en el que inciden derechos contrapuestos. No deberíamos olvidar los derechos del niño. Las leyes deberían proteger más a los más débiles.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Completamente en contra del aborto. Lo mejor de todo es que hubiera ayudas gratuitas para quien se encuentre en situaciones dificiles.
    Un afectuoso saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Puede no haber todas las ayudas oficiales que nos gustaría, pero también hay ayudas provenientes de iglesias y de particulares con buen corazón. Todo cuenta. Un abrazo

      Eliminar
  3. Las expresiones que se entienden en su contexto pueden llegar a no entenderse cuando las circunstancias cambian. Por eso debo explicar el título de esta entrada.
    Los defensores del aborto libre y financiado por el conjunto de la sociedad llaman cavernarios a los que defendemos el derecho a la vida del ser humano aunque no haya nacido. Por eso yo me declaro cavernario.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu comentario y no ser un mero visitante anónimo.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...