jueves, 9 de agosto de 2012

¿Crisis? no, ¡guerra!

Dicen que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¡Tendrán cara!
Pero... ¡si yo no tenía deudas, ni siquiera tenía una hipoteca!

Algunos padres de familia, que por todo este jaleo de la presunta crisis y los contundentes recortes perdieron el trabajo, sí tenían hipoteca y no la han podido seguir pagando. Entonces el banco les embargó la vivienda. Nadie del Gobierno, ni de éste ni del anterior, vino a rescatarlos.

El banco también perdió volumen de negocio, pero el Gobierno se ha dado mucha prisa en ir a rescatarlo, no fuese a quebrar.

Se me ha ocurrido pensar, fíjate qué ocurrencia, que si un banco es tan esencial para el funcionamiento de la sociedad, tanto que no se le puede dejar quebrar como les ocurre a tantas otras empresas, entonces igual no debía ser un negocio privado. Porque no me parece justo que si gana dinero a costa mía y de los demás clientes, se reparta el beneficio entre sus accionistas y, sobre todo, entre sus altos directivos. Pero si pierde, sea también yo quien tenga que rascarme el bolsillo para socorrerlo.
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